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Decir que
Auschwitz es ‘indecible’ o ‘incomprehensible’ equivale a eufemizar , del griego
euphemein, es decir, a observar un silencio religioso, adorar en silencio como
se haría con un dios; eso significa , a pesar de las buenas intenciones,
contribuir a su gloria, -sobre todo si lo llamamos holocausto o aún Shoa, como
se dice en hebreo-.
Quizá toda palabra, toda escritura, nace como
testimonio. Por esta misma razón, eso que testimonia no puede ser ya lengua ni
escritura: Es eso lo que nos llega desde la laguna, la no-lengua que se habla
sola, de la que responde la lengua, de la que nace la lengua . Y es sobre la
naturaleza de lo que no puede testimoniarse, sobre esa no-lengua, que conviene
interrogarse,
Giorgio
Agamben, Ce qui reste d’Auschwitz, París,
Payot-Rivages, 1999. (pp.40 y 47).