viernes, 25 de abril de 2014

Giuseppe UNGARETTI: El desierto y después.


Si el árabe regresa del desierto, ¡ah!, en las venas le ladran los mastines. Por eso el nómada es incurable: el desierto es un vino y una droga, enciende una ira que no se aplaca sino con sangre o lentísimos amores.

Entre tantos sentidos de muerte que su vida milenaria ha mezclado en sus venas, el egipcio ha recibido del árabe el sentido más triste: que el deseo de placer constituya una sed extrema, un sufrimiento que no se calma nada más que en la locura. Este sentido: que la locura sea como un ensanchamiento del alma, que el premio para el alma sea la liberación en el placer mortal de los sentidos.         [...]